Algo de historia
Por 300 años España le concedió el título con sus correspondientes poderes de “Capitanía General del Reino de Guatemala”, formando parte del Virreinato de la Nueva España. Por Real Cédula de Carlos II (1676) se fundó allí la Real y Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo (la tercera en Iberoamérica) que muestra el nivel de cultura e importancia que iba ganando Guatemala. Las maniobras de los borbones con el poder en España fueron reduciendo y debilitando la Capitanía de Guatemala. Y en ella –como en otros países- las ideas liberales independentistas pasaron primero por el reconocimiento de Fernando VII. Con el ejemplo de la independencia de Méjico (1821), Guatemala se une transitoriamente en 1822 al nuevo “imperio mexicano”, para contrarrestar la expansión estadounidense. Pero en 1823 se constituyen las “Provincias Unidas de Centro de América”. Y entran en juego las disputas y apetencias de pequeñas nacionalidades que hasta hoy han impedido que hubiera surgido un gran país –con muchos recursos naturales y humanos- y menos débiles ante los intereses de imperios prepotentes que se fueron adueñando de lo que debía haber sido la Gran Centroamérica.
En la actual Guatemala, los representantes criollos y su clero (tendencia conservadora) de la importante región Los Altos, se separaron del Estado de Guatemala en 1838, con el Gral. Rafael Carrera a su cabeza, a quien siguieron manteniendo en el poder como presidente vitalicio (1854) hasta su fallecimiento por veneno (1865). Fue declarado “fundador de la Nueva República”. Sobreviene un conflicto armado interno, llamado “Guerra Civil de Guatemala” (1960-1996), dentro del marco de la “Guerra Fría” entre el bloque capitalista de EUA y el comunista de la URSS. Ocurren golpes de Estado, manipulación tramposa de procesos electorales, creación del EGD (Ejército Guerrillero de los Pobres) con ideología marxista y fachada de Teología de la Liberación, a través de gobiernos militares opresivos como el del Gral. E. Ríos Mont, actualmente de avanzada edad, procesado por genocidio de lesa humanidad al intentar imponer a la población, por la fuerza, su ley y su evangelismo. La firma del Tratado de Paz (1996) bajo la presidencia de Arzú marca el final de dicho doloroso proceso, pero algunas de sus secuelas logran todavía percibirse en el actual momento económico, político y electoral que con tanta madurez y contundencia está atravesando el pueblo guatemalteco.
La corrupción, hidra multiforme
Hay consenso en afirmar que este fenómeno tan generalizado, opuesto al interés público y al bienestar común , es uno de los mayores obstáculos para el desarrollo integral de cualquier país, rico o en vías de serlo. La corrupción deslegitima las instituciones públicas y alimenta las desigualdades sociales. Cuando la corrupción alcanza altos niveles de penetración social y peor si penetra en las instituciones estatales, trae inevitablemente inestabilidad, pérdida de confianza, de credibilidad y de respeto por el sistema político vigente. La corrupción se traduce en desperdicio de capitales que no se invierten en actividades productivas que incidan para el bien común de la sociedad. El costo social de la corrupción en cualquier país y bajo cualquier régimen es muy alto. Los expertos norteamericanos William Andrev Johnston y Jack Blum (el uno Director del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Colgate en New York y el otro ex-investigador de la Comisión del Senado de los Estados Unidos) han señalado algunos de los costos sociales y políticos que conlleva la corrupción. Trascribo sus conclusiones:
• Además de costos económicos, la corrupción también trae costos intangibles pero no menos importantes, que afectan las estructuras sociales y políticas. • La gente espera que su gobierno trabaje por el bien de la comunidad. Cuando trabaja en beneficio de unos pocos privilegiados, se reduce su credibilidad y alienta su desprestigio. • Es inútil tener una policía que reprima la corrupción cuando la sociedad no cree en las leyes y hace lo que le parece. • Si el único objetivo de una sociedad es acumular riqueza, cualquier programa contra la corrupción está condenado a fracasar.
Lo ocurrido en Guatemala
Este pequeño y bello país, en medio de sus infortunios, no ha estado exento de dicho flagelo. Y aunque silenciados los fusiles subversivos tras el Acuerdo de paz (1996), el país entró en una etapa de Estado débil (que no se lo puede llamar “fallido”) penetrado hábilmente por intereses económicos y políticos de grupos en comandita, y hasta alimentados desde el exterior. Situación denunciada de atrás sobre todo por las generaciones jóvenes y que llegó a su paroxismo cuando se comenzó a denunciar públicamente ´in crescendo´ la gigantesca corrupción de defraudación aduanera de “La Línea” con participación de altos miembros del partido de gobierno y algunos políticos del gabinete ministerial.
La histórica crisis que vive Guatemala se había iniciado a mediados de abril cuando el Ministerio Público (MP Fiscalía) destapó, con el apoyo de la Comisión Internacional contra la Impunidad (Cicig, organismo de Naciones Unidas), el primer escándalo de defraudación aduanera y luego varios otros, lo que desató masivas movilizaciones que semana a semana fueron incrementando su exigencia de renuncia de la vicepresidenta Roxana Baldetti y luego del mandatario Pérez Molina.
En esta creciente ola de "indignados" en las calles tuvieron un importante rol las redes sociales. La consultora Findasense mostró que la convocatoria para la primera marcha del 25 de abril se hizo en esa red y en twitter a través de 60.000 invitaciones de Facebook, que luego se amplió a 98.000 convocatorias para el paro general del 27 de agosto. En sesión plenaria histórica el Congreso votó -sin voto en contra- el levantamiento de la inmunidad del presidente al negar una tutela que legalmente impedía que fuera investigado y eventualmente juzgado. La Corte Suprema de Justicia aprobó dicho acuerdo.
Y con rapidez se precipitaron los episodios concatenados. Pérez Molina renunció. Un juez ordenó su prisión preventiva en el Cuartel Militar de Matamoros. De la terna de rutina, el Congreso designó como Presidente interino hasta final del periodo legal (6 enero 2016) a un eminente jurisconsulto de avanzada edad y experiencia (Dr. Maldonado), quien en su primera entrevista calmó los ánimos, y mostró con sencillez su calidad que garantizaba que el timón del país quedaba en buenas manos, sin sorpresas, hasta el traspaso del poder a quien saliera elegido en las elecciones generales -cuyas fechas quedaron confirmadas (primarias 6 de septiembre y definitivas 21 de diciembre)-.
A las 8 p.m. del 4 de septiembre, el periodista J.M.A. de El País, destacado en la capital de Guatemala, trasmitía el júbilo y emoción que embargó a toda la nación: “En Guatemala ha triunfado una revolución. Sin armas, sin barricadas, sin grandes palabras, pero cargada de dignidad. Ha sido una victoria cívica en un país que arrastra demasiadas derrotas. Un día para la historia que hoy, bajo una fina lluvia tropical, congrega a una multitud en la Plaza Mayor. Hay banderas, ´vuvuzelas´, tambores y mucho orgullo. El presidente ha caído por corrupción. Apenas hace unos minutos que la orden de ingreso en prisión del general Otto Pérez Molina se ha conocido. La decisión judicial, fruto de un largo pulso popular, ha recorrido como una descarga las redes sociales y ha detonado, con un estallido de júbilo, entre los reunidos. El ruido es ensordecedor, el ambiente eléctrico. Es lo mejor que nos podía pasar, es el triunfo de los ciudadanos”.
Me permito aquí una nota adjunta, pues me ha llamado la atención que la opinión pública guatemalteca haya destacado en los medios, con alabanza y agradecimiento, la actuación positiva del colombiano Iván Velásquez a favor de su causa. Había sido el investigador estrella de la ´parapolítica´ en Colombia. Llegó a Guatemala un año después, en octubre de 2013. Y tenía los reconocimientos de la International Bar Association y el premio mundial de la Asociación de Jueces Alemanes como el defensor de los derechos humanos del año. Ahora la pancarta “Yo amo a Iván Velásquez” aparecía por las calles de Guatemala. Distinción que comentó en su cuenta: “no me siento extranjero en Guatemala, porque soy ciudadano de América Latina”. “La lucha por la restauración moral de la República es un largo proceso que apenas empieza y requiere de la participación de toda la ciudadanía”. Estas frases de la cuenta @Ivan_Velasquez, son seguidas por más de 40 mil personas, como si fuera, un cantante o un político, siendo simplemente un buen juez y extranjero.
En aras de la verdad, debo subrayar que el actual ex Presidente de la República Dr. Otto Pérez Molina, se ha mantenido firme –sin titubeos- en sus declaraciones de que en ningún momento haya sido parte de la ´estructura criminal´ a la que se achacan los hechos, y pienso debemos aceptar el testimonio de su propia conciencia mientras no se compruebe debidamente lo contrario.
La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) con amplio apoyo popular, y en unión franca con el Ministerio Público (Fiscalía) han venido actuando y lo siguen haciendo conjuntamente para resolver la crisis en los mejores términos, paliando posibles malos efectos, de modo que se haga Justicia ejemplar ante el país, respetando los derechos de personas y grupos.
La primera vuelta de la elección presidencial
A pesar de lo precipitado de la fecha y que el electorado no tenía tiempo para digerir los resultados, se mantuvo la fecha fijada por el órgano electoral para el domingo 6 de septiembre. Se sabía que los partidos estaban muy divididos y la opinión pública rechazaba que tuvieran que votar por los candidatos que eran prácticamente los mismos “políticos” responsables o conniventes de tanta corrupción. Había que votar por “el menos malo”. “No hay candidatos válidos, todos están cortados por el mismo patrón. Todavía queda mucho por cambiar” (expresiones de calle).
La asistencia a las urnas del 6 de septiembre fue una magnífica sorpresa. De los 7 millones de potenciales votantes acudió a las urnas el 70,38% un record en cualquier democracia. Inesperadamente (pues no estaba entre los mejor ranqueados en las encuestas) resultó como más votado Jimmy Morales (comediante de la tv., pastor evangélico conservadurista) con 23% y en 2º lugar Sandra Torres con 19% quien fluctuaba hacia arriba en resultado final todavía no contabilizado. Esa misma noche tuve la oportunidad de sintonizar en directo la primera entrevista que en Guatemala hizo a ambos el periodista F. del Rincón en su programa “Conclusiones” del canal CNN en español. La entrevista mostró a un joven y exitoso Morales de simpática figura y hábil palabra, pero carente de formación, de experiencia profesional, de conocimiento de administración pública, sin planes de gobierno, confiado sin embargo en que como presidente podrá conseguir y pagar buenos asesores. Por otro lado, la Dra. Sandra Torres, ex esposa del que fue presidente Alvaro Colón, del partido UNE favorecido por el voto rural y popular, estudiosa de proyectos concretos para el desarrollo, había propuesto ley contra el enriquecimento ilícito y reformas políticas urgentes.
Conclusión
Guatemala ha demostrado ser un pequeño gran país, que vive ahora su “primavera”. Es el ejemplo válido de un “sí se puede!”, de la “victoria cívica” de una nación cuando su pueblo, unido, ejerce la verdadera soberanía. Superó años de sequía que dejó la violencia; atravesó un período otoñal de problemas de desarrollo difíciles de resolver sin recursos propios ; y está saliendo de ese invierno de decrepitud por la corrupción rampante que la iba paralizando debido a sus falsos dirigentes. Está demostrando para nuestros países que todo lo que no está bien, se puede cambiar.
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